Clasificación de los Toros de Lidia

SEGÚN SUS CASTAS

CASTA NAVARRA: Todos los indicios parecen apuntar a que los toros incluidos en esta casta, procedían de toros traídos por los celtas a España y que se reprodujeron en nuestro país en grandes manadas, adquiriendo las características de bravura que justifican su inclusión entre los troncos originales de las actuales ganaderías.

Fue el marqués de Santacara el fundador de esta casta, ubicada en Tudela, Corella, Las Bárdenas Reales y zonas limítrofes. Se trataba de un toro carente de trapío, de pequeña talla, cornicorto y veleto, pero excepcionalmente bravo, condición que sin duda le hizo acreedor a figurar entre las ganaderías de lidia, de temperamento extraordinariamente nervioso, ágil y con singular predisposición al resabio y a desarrollar sentido cuando no se le daba la lidia adecuada.

CASTA MORUCHA: En esta casta se incluía el ganado de Castilla La Vieja, y existen serias dudas sobre si se trataba de una casta pura, ya que hay quien asegura procedía de cruces con la casta Navarra e incluso se sospecha se trataba de toros de media casta, ubicada principalmente en la comarca salmantina y las riberas adyacentes del río Duero. Al contrario de lo que sucedía con la casta Navarra, este era un toro grande y feo de hechuras, con la cabeza estrecha y descarnada, cornivuelto, y dotado de una gran resistencia a las temperaturas extremas, tanto frías como calurosas en extremo, y como en el caso anterior todos estos defectos los suplía con extraordinaria bravura, con pies de salida, pero a lo largo de la lidia demostraba su blandura, pese a ser en su hábitat duro de patas. Se trataba por tanto de un toro de gran rusticidad, de capa generalmente negra listón y con la bragada clara.

CASTA JIJONA: Esta casta, cuyo centro de explotación más significativo fue Villarrubia de los Ojos, en la provincia de Ciudad Real, se popularizó en la región centro de España, destacando por su bravura y sus características especiales los procedentes de esta provincia, si bien, de pinta colorada, existían en Colmenar Viejo (Madrid) en las riberas del Jarama y los montes de Toledo.

El fundador de la misma fue don José Sánchez Jijón y fueron muchas las ganaderías formadas en base a las mismas, entre ellas la perteneciente al Real Patrimonio que entre los años 1598 y 1621 se fundó reinando Felipe III, de la que era intendente don Juan Sánchez Jijón.

El toro perteneciente a esta casta se caracterizaba por su codicia y bravura en el primer tercio, agilidad y dureza, si bien eran inciertos en la embestida, reservones y a igual que los procedentes de otras castas en la faena de muleta desarrollaba sentido. Era bastante alzada y elevado peso, feo de hechuras, por lo que desmerecía el trapío, tenía buena cornamenta y se diferenciaba de los andaluces, entre otras cosas, porque era más fuerte de extremidades. En cuanto al color de pelo, predominaba el colorado encendido, pero había igualmente castaños y retintos.

CASTA CABRERA: Fundó esta casta don José Rafael Cabrera, con reses originarias de los frailes cartujos o dominicos, y la misma dio origen a otras aunque no en la cantidad que, las de Jijona, Vazqueña o Vistahermosa, y está clasificada dentro del contexto de los toros andaluces, generalmente criados por los frailes, y que adquirían como pago de los diezmos en aquella época en vigor, por lo cual estas ganaderías eran un conglomerado de distintas procedencias. Los religiosos más destacados en este sentido eran los cartujos, que establecieron una nueva forma de marcar a sus reses haciéndoles una marca en la papada, que se conocía con el nombre de "papillo".

Las reses de esta casta, se caracterizaban por tratarse de un toro largo, agalgado, de considerable alzada, de reconocida bravura, fuerte y con poder, que hacía gala de excelentes facultades para la lidia y que como sucedía con alguna de las castas que hemos descrito, era propenso al resabío y cuando era mal lidiado hacía gala de extraordinario sentido.

CASTA VAZQUEÑA: Importante y altamente interesante fue la labor de don Vicente José Vázquez, hijo del fundador de la casta, vecino de Utrera, ya que buscó por todos los medios al toro óptimo para el espectáculo y para ello en el año 1780, adquirió reses de diversas ganaderías y diferentes características, para lograr el toro que él con buen sentido, consideraba ideal.

Optó por las reses del marqués de Ulloa; fieras y pegajosos, con pelos berrendos y negros; de Bécquer por su malicia y sus pies, generalmente de pelo castaño; de José Rafael Cabrera por su elevada talla y mayor peso, con una gran variedad de pelos, berrendos en colorado o jabonero, y gran sardo preferentemente, y de Vistahermosa, sin duda la más prestigiada en cuanto a bravura se refiere y de pelos negros cárdenos.

De todas estas combinaciones resultó un toro de tamaño medio y sin embargo de excepcional trapío, más pequeños y con menos cornamenta que los de Cabrera, ni tan cornicortos y recortados como los de Vistahermosa, con gran variedad de capas, principalmente negros, cárdenos, berrendos, tanto en negro como en castaño, sardos y jaboneros. Muy dados a las querencias y extremadamente duros, ofrecían una salida espectacular al saltar al ruedo, pero con clara tendencia a aplomarse y mucho sentido cuando la lidia no era adecuada.

CASTA VISTAHERMOSA: Prácticamente todos los técnicos consideraban esta raza como el prototipo ideal del toro bravo, que fue creada por la familia Rivas, pero sustancialmente mejorada por los condes de Vistahermosa, la del Barbero de Utrera y la de don Salvador Varea Moreno, siendo prácticamente las únicas que se conservan sin cruzamientos.

Las condiciones más estimables de esta casta han sido la bravura y la nobleza, de no mucha alzada, proporciones correctas, fuerte, de cabeza pequeña, cornicorto y fino con toda su anatomía. La capa predominante era la negra, cárdena y algunos ejemplares colorados en melocotón.

LOS TOROS DE LA TIERRA: Algunos entendidos hablan también de esta casta, aunque se trata de toros procedentes del mismo origen que los de la Jijona, y a pesar de algunas deferencias sustanciales, a nuestro juicio no deberían de considerarse como casta separada, que pastaban por las dehesas de los márgenes del Jarama, en la provincia de Madrid y se caracterizaba por ser fuerte, arisco y bravo.

CASTAS DE LA ACTUALIDAD

CASTA MURUBE: Los toros de este encaste se conocen como los Murube-Urquijo. Se trata de ejemplares bajos, bien armados y de buena lámina. Se suelen lidiar mucho en corridas de rejones.

CASTA CABRERA: La ganadería de Miura es la única que mantiene pura la sangre cartujana de los Cabrera. Se observan animales de mucha alzada, largos y dificultosos para la lidia. La cabeza es alargada y con ojos saltones y muy vivos.

CASTA SANTACOLOMA: El toro santacolomeño alcanzó su máxima expresión con el hierro de Buendía. Son ejemplares de poco alzada y sin mucho peso que desarrollan nobleza y picante. Además de esta rama, destacan la de Coquilla y Graciliano.

CASTA VEGA-VILLAR: Estos toros llaman la atención por su escasa altura y el gran desarrollo de sus astas. Este encaste nace del cruce de vacas de Veragua (casta vazqueña) con un semental de procedencia Santacoloma.

CASTA SALTILLO-ALBASERRADA: Los toros de Victorino son el máximo exponente de este encaste, formado con reses del Marqués de Albaserrada y el de Saltillo. Son toros de capas cárdenas y negras, de talla media y de cabeza alargada.

CASTA ATANASIO FERNÁNDEZ: Es una de las castas más extendidas. Este tipo de toro no tiene ningún problema para adquirir kilos y hondura. Fríos de salida, van aumentando su acometividad a medida de que avanza la lidia.

CASTA GALLARDO: Los toros de Pablo Romero son los últimos exponentes de esta línea ganadera. Tienen una gran belleza corporal; excelente trapío, capas cárdenas, anchura de pechos y poca longitud de remos.

CASTA DOMECQ: Los toros de Domecq componen el grupo de ganaderías más extendidas de la cabaña brava española. Esta línea produce armónicos, de francas embestidas y son los preferidos por la mayoría de los toreros.